El apoyo de su familia y amigos fue fundamental para concretar este logro.

Rocío Samchuk Ramires tiene 24 años y una seguridad al hablar que pocos cuentan a tan temprana edad. Es estudiante de la licenciatura en Trabajo Social dependiente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo y, desde hace unos días, porta la Bandera Nacional de la misma. Está cursando el último año de una carrera que cuenta con 5 en total.

Durante toda nuestra charla recalcó el hecho que siempre formó parte de la educación pública y su importancia; la secundaria la realizó en la escuela Aborigen Americano, “a la cual agradezco por haber sido parte de mi formación, no solo en relación a lo académico sino también en cuanto a los valores y calidad humana que me aportó mucha identidad, me atravesó y fue parte de mi proceso de formación, agradezco a la escuela por haberme enseñado tantas cosas que tiene que ver con los valores, con el respeto, con la solidaridad, muy destacable”.

En cuanto a la elección de la carrera, Rocío explicó que siempre le interesaron las Ciencias Sociales pero no tenía definida la rama ni el área, “cuando finalicé la escuela secundaria, decidí realizar un voluntariado en Brasil y en Colombia, el cual me brindó un montón de aprendizajes y experiencias”. A partir de ahí, empezó a pensar en la posibilidad de estudiar Trabajo Social, buscaba una profesión donde pudiera analizar, estudiar, problematizar la realidad; comprender las problemáticas sociales pero también las facultades y herramientas para poder intervenir en esa realidad; combinar ambas cosas junto con la investigación.

Rocío reconoció que es una privilegiada por haber podido irse a estudiar a Mendoza, “sé que no es la realidad de una parte importante de jóvenes que, por distintas situaciones económicas, familiares y sociales no pueden irse del departamento a estudiar pero sí tienen muchas ganas”.

Cuando le consultamos cómo fue tener que irse de su “lugar de confort”, Rocío confesó: “Fue un cambio bastante grande, aprender a manejarme sola, a conocer la ciudad, moverme en micros, conocer otro tipo de distancias. El primer año lo transité en la residencia de Malargüe, me acompañaron un montón de personas, encontré mucha gente que fue parte de eso. Me sentí, al poco tiempo, muy cómoda con la ciudad, con la universidad, con el espacio. Cuando te vas, en el primer momento, hay un impacto por el cambio pero todo lo que aprendes y cómo te conoces a vos mismo es súper importante”.

Respecto al hecho de haber logrado ser la abanderada de la facultad en la cual está cursando su carrera, Rocío manifestó: “Estoy muy emocionada y contenta por este logro que es compartido porque es posible gracias a un montón de personas que te acompañan en este proceso; con mi familia que diariamente hace un esfuerzo muy grande para que pueda estudiar junto con mis hermanos, la motivación y acompañamiento diario, mis papás son un ejemplo para mí, principalmente es gracias a ellos y a mi familia que me apoya todo el tiempo, también gracias a mis amigas de la facultad que desde el primer momento han estado acompañando, han sido parte de este proceso, me han bancado y ayudado en un montón de cosas; es muy difícil transitar la vida universitaria si no tenes ese grupo de amigos que está siempre acompañando y motivando”.

Luego terminar de cursar, Rocío debe rendir algunas materias y comenzar la tesis que, espera, poder realizarla en Malargüe, “me gustaría realizar alguna especialización, quizás alguna residencia, me interesa el área de la salud infantojuvenil; no tengo definido dónde, también me interesa el área de la investigación”.

Fotos: Gentileza

Comentarios